La alfarera Isabel Quintana nos abre las puertas a la tradición artesana de La Atalaya, en Santa Brígida

Isabel Quintana Rodríguez trabaja la alfarería, oficio con fuerte arraigo en la Atalaya de Santa Brígida. Un lugar que guarda un legado antiguo, que se mima y preserva en el Centro Locero la Atalaya y en el Ecomuseo Panchito. Son centros que promocionan una tradición que remonta a la etapa prehispánica. De la artesanía de Gran Canaria y de su divulgación pudimos hablar con ella.

 

Los primeros turistas británicos en la isla, generaciones atrás, se cuenta que a menudo realizaban excursiones a las casas cuevas de La Atalaya y que ya entonces se interesaban por la alfarería.

Realmente no es que se interesaran por la alfarería, sino que lo hacían por el peculiar modo de vida del poblado de la Atalaya. Olivia Stone fue quien hizo las fotos que dejaron un testimonio visual para las personas que hoy visitan la Atalaya. Lo que se puede apreciar en esas imágenes es el resultado de la vida de mujeres y niños. La loza era la industria de un pago poblado.

Los británicos eran queridos en la isla y crearon el turismo saludable, aparte de otras empresas que no le voy a nombrar ahora porque nos extenderíamos mucho. Hay mucha historia que contar sobre los británicos y sobre las Islas Canarias. Como le iba diciendo, de esos turistas que visitaban la isla, muchos se hospedaban en un hotel en el Monte Lentiscal. De ahí caminaban hasta la bodega de San Juan y seguidos por una banda de músicos se acercaban a la Atalaya, desde donde subían al pico de Bandama. A ese paseo lo llamaban «la pequeña vuelta al mundo¨.

 
 

 
 

¿Qué características tiene la loza de la Atalaya? ¿Las piezas de artesanos de esta zona tienen un sello reconocible?

Le puedo contar que entre la cerámica de todas las islas la que más tipologías tiene es la de Gran Canaria, debido a que había centros loceros en distintos municipios. En cada uno de ellos se trabajaba del mismo modo, pero cambiaba alguna herramienta y además, dependiendo del centro locero y del lugar, se decoraban y acababan de distinta forma.

Las piezas de la Atalaya podemos diferenciarlas de las demás por la forma de las asas. Algunas en forma de cresta, otras en herradura, combinadas con un festón en forma de palmera, tres hondas en los cuellos de los vernegales, mamelones o tetillas. Y siempre, siempre, la base de las piezas es convexa, de modo que después de que hayan sido guisadas a fuego directo, la pieza quede ‘bailona’. El fuego, que es la forma de guisarlas, es otro gran sello de identidad, ya que deja marcas negras en las piezas, dándole intensidad y fuerza.

La cerámica de Gran Canaria tiene muchas tipologías distintas

 

 

 

 

¿Qué piezas suelen interesar más a los turistas?

Normalmente los turistas se sienten encantados con la gran mayoría de las piezas, aunque deciden llevarse las más pequeñas, debido al control de los equipajes en los aeropuertos. Aunque me llama la atención que elijan palmatorias,  sahumadores  y cazuelos de vino.

 

¿Uds. comercializan artesanía en el museo? ¿Hay venta directa al turista?

Sí, fabricamos y vendemos las piezas en el mismo centro locero. A veces los turistas nos observan mientras trabajamos. La técnica del hurdido les parece muy extraña, no sé que pensarán, pero sí sé que muchos acaban tocando el barro y eso les hace llevarse algo del centro locero.

 

¿Qué es exactamente un eco-museo, una casa-alfar?

Un ecomuseo es un centro o museo orientado a la identidad de una zona. Y una casa alfar es cuando se utiliza una casa como vivienda o taller, como ocurre con la casa de Panchito.

 

Por él queríamos preguntarle. El espacio contiguo al Centro Locero toma el nombre de Panchito, el maestro alfarero de la Atalaya, a modo de homenaje. ¿A cuántas personas pudo haber llegado a formar durante tantos años?

No, realmente, no se toma como homenaje la casa alfar de Pancho. Cuando hablo con quienes lo conocieron, sienten que Pancho sigue ahí, es su casa. Está vivo de una manera abstracta. He visto visitantes de otros países llorar emocionados cuando entran en la cuevas de la casa. Ahí hay sensaciones, restos de otra vida.

No puedo decir a cuantas personas enseñó Pancho, pero yo soy discípula de dos alumnos directos suyos, que son Gustavo Rivero y Domingo Díaz.

 
 

 

 

La alfarería es seguro un oficio de paciencia, no sé bien cuánto tiempo requiere sacar la pericia. La gente joven, que vive rodeada de tecnología, de prisas, ¿llega a interesarse por estas profesiones?

Sí, como bien dice usted es un oficio de paciencia, pero sobre todo de amor a la tierra, al sol, a la lluvia, a las piedras y al fuego. Si no conoces esos elementos el barro no se deja formar. Nos gusta la gente joven y algunos vienen, pero tienen el don de la juventud y les falta la paciencia y por ahora, hasta que no pase algún tiempo para ellos, no se quedan. Ya volverán.

 

 

 

 

Y a usted, ¿qué le llevó a la alfarería? ¿Por qué le gusta el oficio, qué piezas prefiere trabajar?

Empecé un día por entretenimiento, hice un cursillo en la UPE, la Universidad Popular de los pueblos de Europa. Me gustó y me matriculé en la Escuela de Artes y Oficios de Las Palmas de Gran Canaria. Hice un ciclo que me dio un título de técnico superior de arte y diseño. Pero sentía la inquietud de conocer la cerámica tradicional. Comencé en Ingenio con Paco Sanchez, en el taller de la FEDAC, la Fundación para el estudio y desarrollo de la artesanía canaria.

Pero vivo en Tafira y decidí que me quedaba más cerca de mi casa la Atalaya de Santa Brígida. Y así empezó todo.

Comencé a sentir que el barro canario se te mete en el alma. Y te pide una pieza, mientras otra reposa para poder seguir levantándola al día siguiente. Levantas otra y así sucesivamente, hasta que te das cuenta que te has convertido en una locera más y eso me gusta, me da lugar a homenajear con mi trabajo a las mujeres trabajadoras de tiempo atrás. Trabajo todas las piezas, pero las que más me satisfacen son las grandes.

 

¿Qué actividades organiza el Centro Locero de la Atayala? ¿Atienden visitas de colegios?

Normalmente los colegios contactan con nosotros y si nos lo piden los recibimos. Atendemos niños y niñas de primaria, chicos y chicas de secundaria, vienen centros de enseñanza especial, de la tercera edad, grupos de senderistas, asociaciones, etc.. Todo el que quiera venir será bienvenido y se irá con un poquito de conocimientos de antropología y alfarería.

Todo el que quiera venir, será bienvenido

 

 

 

¿Los interesados en aprender alfarería tradicional se pueden acercar por aquí sin más? ¿Tiene algún teléfono o mail de contacto?

 Sí, tenemos teléfono y email para contactar. Se los voy a facilitar por si algún día lo necesitan para contactarnos. El teléfono y fax es 928 28 82 70. Nuestra dirección de correo electrónico es ecomuseopanchito@telefónica.net.

Y nuestra dirección es Camino de la Picota nº 11, en La Atalaya, Santa Brígida.
Nuestro horario es de 10:00 a 14:00 y de 17:00 a 20:00.

 
 
 

*Visite la web de FEDAC, descubra el valor de la artesanía de Gran Canaria.
**Reportaje gráfico: Arcadio Suárez