Leonardo Navarro trabaja como Lutier, construyendo y reparando instrumentos musicales de cuerda. A pesar de que muchos consideraban su profesión en declive, Leonardo decidió aventurarse de lleno en su proyecto de emprendeduría, sin escuchar esas voces. Sus conocimientos como Ingeniero en Diseño Industrial le han permitido ir más allá y ahora aplica métodos de innovación en su taller del municipio de Arucas. A través de su marca de comercialización Instrumentos LN comparte sus procesos de fabricación en las redes sociales.
Hola Leonardo, ¿cuándo inicias tu profesión como Lutier? ¿De dónde surge la idea de dedicarte a este oficio que ahora trabajas con tanto ahínco?
Mi incursión en este mundo de la construcción de instrumentos surgió hace seis años, aproximadamente, en torno al año 2015. Pero esta inquietud ya iba forjándose antes, cuando comencé a formar parte de una agrupación musical universitaria -las tradicionales tunas– de forma paralela a la época en la que cursaba mis últimos años en la carrera de Ingeniería en Diseño Industrial.
La conjunción de todos esos elementos sembró la semilla de la curiosidad, mi interés por saber no solo cómo se fabricaban los objetos que me rodeaban sino también, y especialmente, por saber cómo se fabricaban los instrumentos.
Poco a poco fui reparando alguna guitarra o algún timple aislados. Los analizaba, confeccionaba planos de sus entrañas. Hasta que un día un compañero del grupo musical me comentó si cabría la posibilidad de que pudiera construirle un timple. Tardé cerca de tres meses en terminarlo, pero a partir de ahí, y con el boca a boca, surgieron otros pedidos de amigos, de conocidos… Y así fui incrementando mi dedicación a lo que ahora es mi motor profesional y vital.
¿Cómo aprendiste a construir instrumentos de madera? ¿Y cómo surge la idea de crear tu marca Instrumentos LN?
Mi aprendizaje se ha basado en el autodidactismo. He ido analizando con detalle los instrumentos y poniendo en práctica los conocimientos adquiridos en mis estudios, especialmente aquellos conocimientos relacionados con la fabricación.
Además, Internet y las redes sociales han representado toda una gran fuente de sabiduría, por la que pude ir conociendo procesos de fabricación de la mano de expertos reputados en el sector, de cualquier parte del mundo. No obstante, siempre hay detalles y formas de hacer que fui adaptando a mi propia manera de construcción.
¿Dedicas todo tu tiempo a ser Lutier o desarrollas alguna otra profesión en paralelo?
Sí, dedico todo el tiempo profesional y no profesional a dar vida a este proyecto. Como el proceso de aprendizaje ha sido de forma autodidacta, pues he tenido que invertir tiempo adicional en formarme, en investigar, desarrollar, etc… Para unir toda la amalgama de ideas y pensamientos dispersos en mi mente. Hoy en día es una dedicación completa.
Utilizas bastante las redes sociales para dar a conocer tu trabajo y el proceso de construcción. ¿Pero las redes te han servido realmente como vía para conseguir clientes?
Sí, en la actualidad las redes sociales son indispensables para conectar con clientes potenciales, para que puedan llegar descubrirte, a ti y a tu trabajo. A través de mis redes pueden ver el diseño de las piezas, conocer cómo trabajo, mi forma de hacer… Las redes son escaparates dinámicos y transparentes, que no esconden trampa ni cartón –o madera en este caso-. Y constituyen herramientas de marketing potentes para mostrar mis proyectos y promocionarlos más allá de mis amistades o de mis personas cercanas, ayudándome a conquistar países e incluso llegando a otros continentes.
¿Qué perfil de cliente suele acercarse al taller de Instrumentos LN? ¿Cuentas con muchos clientes fuera de las islas Canarias?
La mayoría de los clientes que me contactan o que llegan a visitar mi taller físico tienen un perfil relacionado con el gusto y el cultivo de la música popular, el folklore, o bien están vinculados a carreras musicales en conservatorios. Aunque también llegan alumnos que están en una etapa de iniciación musical.
El público, pese a que en un principio comenzó siendo eminentemente local, rápidamente se fue extendiendo a la Península, por el contacto continuado a lo largo de los años con otras agrupaciones musicales universitarias.
Además las redes sociales han ayudado a que el proyecto corra como la pólvora y se internacionalice, alcanzando incluso Hispanoamérica. Un hecho en el que seguro que han influido también los lazos de Canarias con todos esos países, por las migraciones que tuvieron lugar en épocas pasadas, favoreciendo la retroalimentación cultural entre ambas zonas geográficas.
¿Cómo acogieron este emprendimiento tus amigos y familiares? ¿Te veían como a “un bicho raro”?
Es cierto que al principio, cuando lancé la idea, mi círculo más cercano pensó que se trataba de un hobby pasajero. Y que sería complicada su evolución como negocio sólido. Pero pasó poco tiempo para que cambiaran de miras. Sobre todo teniendo en cuenta que provengo de una familia de autónomos y comerciantes, y el emprendimiento siempre ha constituido una forma de vida tradicional en el seno familiar.
Además, hoy en día, la mayoría de mis amigos han abierto sus propios negocios en el ámbito de la hostelería, o en el sector tecnológico. No les resultó extraña mi propuesta.
De todas formas, antes de lanzarme a la aventura de fabricación de instrumentos realicé mis planes de mercado, investigaciones demográficas relacionadas con la cultura y el folklore. Aunque muchos consideraban que la cultura popular se encontraba “supuestamente” en declive, yo advertía que esa no era la realidad. Y por eso me decidí a apostar por ello.
Si nos permites comparar el proceso de construir un instrumento al de emprender un negocio, se necesita tiempo y esmero para conseguir un buen resultado. Pero para llegar a ese punto, seguro que es inevitable y necesario fallar. ¿Nos confiesas algún error que hayas cometido en tu negocio?
Podríamos asemejarlo a la elaboración de una suculenta receta. Necesitas tiempo de cocción, paciencia y constancia para obtener buenos resultados. Sí, al principio cometí muchos fallos, pero no iba a dejar de intentarlo y a dejar de evolucionar por miedo a fallar. Por ejemplo, cometí errores de planificación respecto a la gestión de grandes volúmenes de encargos, o errores de optimización de los procesos de fabricación.
Ese fallar continuo en los inicios es lo que me ha ayudado a progresar y a ser ahora más eficiente. Aún sigue haciéndolo..
¿Contabas con ayuda de mentores o consultores que te guiaran en el mundo de los negocios? Quizá a la hora de fijar precios, de ser más competitivo, de crear un plan de negocios…
Sin duda mi padre. A nivel de conocimientos financieros me ha ayudado de forma indiscutible. Su larga trayectoria en el ámbito de la banca ha contribuido a formarme, a saber cómo optimizar recursos, indicándome por ejemplo cómo calcular precios de productos en relación con las horas trabajadas, o a la hora de analizar los costes reales de cada instrumento.
¿Alguna vez has recibido algún encargo de trabajo que no has podido aceptar?
Sí, desde luego que sí, sobre todo alguno relacionado con reparaciones de instrumentos que se encontraban en pésimas condiciones, o que necesitaban procesos de barnizado delicados. Pero por la cantidad de horas de trabajo que implicaban, los clientes no estaban dispuestos a costear el tiempo que requería.
Hablemos un poco de instrumentos. El timple es el instrumento canario por excelencia, pero yendo a un mercado mayor, ¿el ukelele sería su competidor más cercano? ¿Cómo haces para innovar dentro de ese mercado?
Aunque parezcan similares por su forma y tamaño, son instrumentos bastante diferentes a muchos niveles: sonido, estructura, contextos… Más que competir con otros instrumentos, realmente la idea es revalorizar la figura del timple y aportarle más valor añadido. Sobre todo mejorando su diseño, añadiéndole mayor atractivo y consiguiendo que de esa forma llegue a conseguir nuevos públicos.
Además, sin dejar de lado la sabiduría tradicional, he apostado por métodos de fabricación más modernos, como las máquinas de control numérico, las impresoras 3D; etc.
El oficio del Lutier puede que ser duro y solitario. Un poco como el camino para algunos emprendedores. ¿Qué es lo que te mantiene con disciplina para seguir construyendo y vendiendo instrumentos?
Las ganas de continuar mejorando, de potenciar el crecimiento de negocio, de tener la conciencia de que soy mi propio jefe y de que me puedo autogestionar. Todo esto forma el impulso para continuar hacia adelante.
Es cierto que hay que dedicarle muchas más horas de las que uno le dedicaría a un trabajo al uso. Y que incluso los fines de semana son laborales para mí. Pero para estabilizar el negocio en estas etapas primerizas es necesario invertir todo el tiempo y los recursos que se requieran.
No obstante, el tema del aislamiento lo hace más llevadero mi compañero de taller y fatigas, pues tengo la fortuna de contar con un ayudante perruno que también es la estrella de las redes sociales. Él me acompaña y esparce el serrín a partes iguales.
Por último, pedimos una recomendación. ¿Nos dedicas una canción que escuches en el taller y que forme parte destacada de la banda sonora de Instrumentos LN?
Son muchas, las canciones que se me pasan por la mente, pero creo que una canción realmente representativa podría ser Chipude, la canción instrumental del gran músico y timplista canario José Antonio Ramos.
La recomendaría no sólo porque representa muy bien el sonido de Canarias, sino también por todo lo que implica la figura de Jose Antonio en el folkclore isleño.
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Texto: Elena Castellano / Fotografías: Arcadio Suárez