Leandro Martín: ‘El Museo de la Zafra guarda la memoria de nuestro pasado agrícola’

Los paisajes áridos rodean barrancos exuberantes que esconden pozas para alegría de quien se atreve a seguir su cauce. En las tierras del sureste, donde ayer hacían crecer tomateras a golpe de esfuerzo, encontramos senderistas de medio mundo, buscando naturaleza y tranquilidad. Pero no se trata de olvidar el pasado. Un trocito del municipio de Santa Lucía queda a resguardo de la historia, en el inmueble del antiguo almacén de empaquetado de tomates, en Vecindario, en la sede del ‘Museo de la Zafra’. Un recurso turístico y patrimonial que coordina Leandro Martín. Con él pudimos hablar de la puesta en valor de la cultura rural creada por generaciones de trabajadoras y trabajadores. En su memoria, este Museo que recomendamos.

 

¿Nos explica brevemente Leandro qué ofrece este lugar al visitante? ¿Qué tipo de contenido alberga?

El Museo de la Zafra recoge los aspectos más importantes de la reciente historia de Santa Lucía de Tirajana, aquellos relacionados con el cultivo y empaquetado del tomate en la zona baja del municipio. El complejo museístico cuenta con más de 4.000 metros cuadrados estructurados en 12 salas y dispone de dos edificios. Los paneles informativos que ilustran las estancias que conforman el museo se presentan en español e inglés.

Las salas que componen el museo de la Zafra nos hablan del cultivo del tomate, de su empaquetado y transporte. Hay salas que hablan de las chozas y cuarterías, del paso a los invernaderos, de la huerta. En otras estancias se narran los usos y propiedades del agua, las infraestructuras del agua, los pozos, las galerías. También encontramos salas que exponen la historia del tomate y los cultivos de exportación.

 
 

Es curioso que se dedique un museo al sector primario y en particular a la agricultura, cuya ausencia de reconocimiento tiene una carga histórica, cultural y económica fuerte. ¿Viene este espacio a poner algo de manifiesto en este sentido?

La finalidad del Museo de la Zafra es homenajear y reconocer el trabajo de nuestros padres, madres y abuelos/as, que dedicaron muchos años de su vida a plantar tomates. El museo muestra una parte muy importante de la historia de la zona de costa de Santa Lucía de Tirajana. Es un espacio creado para la memoria del pasado agrícola de la localidad, y para el recuerdo de formas de vida de generaciones de agricultores de la zona, vinculadas al tomate.

Este museo reconoce el trabajo de nuestras madres, padres, abuelos

 

¿Cómo contempla el museo el paso de la economía rural a la economía turística?

Proyectamos muchos archivos fotográficos del sureste y del sur de Gran Canaria. En ellos podemos apreciar como el trabajador abandona la agricultura para ir incorporándose paulatinamente a la hostelería. Tras la llegada del sector turístico, en los años 60, campos repletos de plantaciones de tomateros cambian su estampa para albergar cadenas hoteleras, en San Agustín o en Meloneras.

 
 

 
 
 
El recorrido del agua en Canarias, a pesar de no haber ríos, es prolongado, ¿Cómo se trata este elemento en el espacio museístico? ¿Qué cuentan al visitante sobre un elemento tan importante para la agricultura?

No podemos hablar de la agricultura o del cultivo del tomate sin hacer referencia al agua en Canarias. Porque sin agua no hay vida.

El museo de la Zafra está divido en dos espacios museísticos originales: un antiguo almacén de empaquetado y un pozo de 85 metros de profundidad, que continúa activo desde 1935, ambos de la familia de los Betancores. En torno a este pozo, hacemos referencia a otros temas importantes sobre el agua en Canarias, como pueden ser las Heredades, los molinos hidráulicos, o los ingenios azucareros, las acequias, cantoneras, galerías. Hasta llegar a la actualidad, con las plantas desalinizadoras y depuradoras.

 
 

Nuestra agricultura se sostuvo en gran parte en el modelo de aparcería. ¿Qué opina usted de ese modelo? ¿Qué destacaría?

El modelo de aparcería era un claro ejemplo de explotación, ya que los empresarios engañaban y abusaban de su poder sobre las trabajadoras y los trabajadores. El empresario cedía las tierras, las herramientas, las semillas al aparcero. Pero casi la totalidad de la producción se tenía que entregar al empresario, zafra tras zafra. Con las luchas sindicales esta situación fue desapareciendo, gracias a las mejoras laborales que consiguieron que el aparcero recibiera el dinero que en justicia le correspondía.

Pero el modelo era bastante pésimo porque como norma general, al terminar la zafra, el agricultor quedaba endeudado para el siguiente año. Esas injusticias laborales fueron desapareciendo poco a poco, gracias a las presiones, a las reclamaciones y manifestaciones de las aparceras y los aparceros. Paulatinamente van ganando más derechos. Derechos que implicaron un desarrollo económico, social y cultural de las familias y también del entorno.

La aparcería forjó el caracter luchador y solidario de la población del Sureste

 
De la aparcería yo destacaría su importancia no sólo desde un punto de vista ecónomico o en el propio desarrollo del municipio. El duro trabajo que realizaron las/los aparceros fue forjando nuestra historia más reciente, y es ahí donde ha quedado marcado el carácter solidario y luchador de la población del Sureste de Gran Canaria.

El cultivo del tomate contribuyó al desarrollo social y cultural del municipio. Las mudas desplazaron aquí a muchas familias de otras zonas de Gran Canaria, e incluso de Fuerteventura y Lanzarote. Fueron trayendo consigo su forma de vida y forjando entre todos una nueva identidad en las tierras del sureste. A finales de los años 70 surgieron las primeras luchas sindicales en la aparcería, algo que trajo consigo la posterior mejora salarial y la mejora de las condiciones laborales.

 
 

 
 

 ¿Por qué es importante la visita al Museo?

Recomiendo la visita al Museo de la Zafra porque tenemos que ser conscientes y valorar el trabajo que realizaron nuestros progenitores para salir adelante, en una época tan dura. Y para todo aquel que viene de fuera, este espacio nos ayuda a dar a conocer un poco nuestra etnografía, el museo muestra la forma de vida de los/as santaluceños en una determinada época de nuestra historia.

El museo da a conocer nuestra etnografía al turista

 
 

 
 

¿Qué planes tiene a largo o medio plazo con respecto a la coordinación de este espacio?

La finalidad del museo de la Zafra es mantener vivo el recuerdo del duro trabajo de la aparcería y el desarrollo que ha implicado, sobre todo en el sureste de Gran Canaria. Pero también queremos que sea un referente en identidad y tradiciones. Por eso ahora buscamos que se convierta en un espacio donde organizar diferentes actos para potenciar nuestra gastronomía, nuestra artesanía, nuestro folclore…

 

¿Con qué aspecto de su trabajo se siente más gratificado?

Durante estos 14 años que llevo trabajando en el museo, para mí, lo más gratificante, es ver como las personas mayores que han trabajado en la aparcería salen reconfortados porque mostramos una historia que formó parte de sus vidas. Para ellos es como un reconocimiento al trabajo y a la lucha que realizaron para salir adelante.

Lo más gratificante, ver como los mayores ven reconocido su trabajo

 

¿Puede hablarnos del perfil del visitante?

El perfil del visitante es muy variado. Recibimos numerosas visitas de centros educativos de Gran Canaria, también visitas de touroperadores, de diferentes colectivos. Pero sobre todo, visitas de familias con personas mayores que han trabajado en la aparcería.

Visitando el museo de la Zafra la gente puede hacerse una idea del duro trabajo que realizaron los aparceros. Personas que sin tener prácticamente nada pudieron sacar sus familias adelante y progresar, con muchísimas horas de trabajo. El visitante entiende la creación de este museo como un claro homenaje, un espacio que permite que los más jóvenes puedan valorar el esfuerzo que realizaron sus abuelas y abuelos.

 
 


 
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Visite el Museo de la Zafra.
Conózcalo en Isla de la Graciosa, 33 – Vecindario.
 
/Más información en la web de FEDAC.
//Visite la web de Turismo Santa Lucía.

 
 

 

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*Texto: Eva González /
**Fotografía: Leopoldo H. Santana