Hotel Agáldar, refugio de tranquilidad entre siglos de historia

Al son de las campanas de la Iglesia de Santiago de los Caballeros, el hotel Agáldar dibuja un camino de baldosas centenarias, que envuelve a este edificio en la magia de un tiempo antiguo. Bajo sus suelos se pueden ver las entrañas de la ciudad, el Palacio de los Guanartemes que gobernaron en la Gáldar que empezaba por A, como el hotel, que hoy vibra con la energía de un nuevo tiempo en el corazón del casco.

En las cristaleras de sus pasillos asoman los cimientos de las antiguas calles y de la Iglesia, en la que hunde las raíces un municipio que mira a su pasado con orgullo. Un escalón adentra al huésped en cinco siglos de tradición, acorazados en un refugio de paz, de silencio entre paredes anchas, de techos de varios metros, de detalles de ayer y hoy que captan la atención de los curiosos.

Es un viaje en el tiempo a marzo de 1865, año en el que se pintó el plano de este edificio para su futura construcción, la luz ha ido modelando un lugar con varios siglos de recuerdos, que parece parar el reloj en sus espejos y columnas, en su patio interior, en sus muebles restaurados y que solo despierta con el ir y venir del siglo XXI.

Este hotel emblemático fue sucursal del Hotel Santa Catalina de Las Palmas de Gran Canaria, pero también el Colegio Jesús Sacramentado, como lo recuerda mucha gente del pueblo.
 

Un escalón nos adentra en cinco siglos de tradición

 

 

 

 
 

La sonrisa amable de Angélica Guimerá recibe a cada una de las personas que atraviesan el umbral de este hotel abierto al mundo, y es su dulzura la primera en dar la bienvenida al huésped.

Angélica, de Tenerife, lleva ya 11 años viviendo en Gran Canaria y ha sido este hotel el que le ha permitido dar el salto profesional que esperaba. Desde 2019 custodia junto con la directora Begoña Rodríguez el hotel Ágáldar, y se encarga de que la recepción, el corazón de este inmueble, no deje nunca de latir.

“Estoy muy contenta”, confiesa Angélica, y no solo porque Agáldar le ha permitido crecer como profesional sino porque este lugar le enamora. “Está en el mismo centro”, celebra, pero es especial por mucho más, “son los detalles, la decoración y el servicio”, Agáldar tiene un huésped muy valioso que “quiere conocer la cultura, la tradición, probar lo nuestro, visitar el patrimonio y los museos” y como tal se les trata en este hotel, especialistas en cuidar los detalles.

El huésped quiere conocer la tradición, probar lo nuestro

 
 

 
 

Angélica y Yurena conocen a cada cliente por nombre y apellido, pero también por sus gustos, sus preferencias, qué les gusta desayunar, le guardan el secreto al novio para la pedida de mano, atiende a cada detalle para que las bodas salgan perfectas, celebran los cumpleaños con un pack especial de flores y globos, sabe cómo prefieren la almohada o cuál es su habitación favorita.

Este no es un hotel al uso, cada habitación tiene su propia esencia. Los marcos que se estiran hasta el techo dan paso a una decoración diferenciada para cada una de las 20 habitaciones de Agáldar, con un papel pintado y un color específico, pero también con cada mueble, elegido con esmero para embellecer cada rincón.

Una mesa de noche en colores pastel, la lámpara de pie de estilo retro, ese aparador rojo, la mesa de café… cada detalle ha sido pensado para llenar un espacio concreto, y conservar esa magia que encierran los detalles. “Se han recuperado elementos arquitectónicos antiguos mezclados con un nuevo aire de modernidad”, así lo define Angélica. Y la terraza… “es que la terraza es un espectáculo”, confiesa. Este hotel duerme a la sombra de la Iglesia de Santiago y recibe con los brazos abiertos a un turista “que se acerca”. Así los ve Angélica, que alaba al huésped de Agáldar, que busca “descubrir que en el norte tenemos mucho que ofrecer”.

En el Norte tenemos mucho que ofrecer

“Se interesa por conocer la cultura, me preguntan por museos, por cosas típicas para hacer, por senderismo y por las playas, pero no quieren ir a la típica de arena, quieren la cala escondida y auténtica, el barrio marinero, vienen buscando otro tipo de turismo”. A ella el trato al cliente es lo que le enganchó desde que era estudiante, y con este tipo de huésped es fácil sentirse satisfecha cada día, confiesa. “Ningún día es igual al otro, quieren que les enseñes tu día a día, es gente muy agradecida”.

Algunos pasan por delante, entran, “y se enamoran”, explica Angélica, en un amor a primera vista por el que “reservan una noche, aún teniendo su hotel en el sur”. Así les atrapa Agáldar, un hotel de servicio personalizado y que por las mañana huele a café recién hecho.

 
 

 
 

Una cocina moderna, defensora del kilómetro cero

Cuando José Gabriel Estévez se pone el delantal empieza el trajín en la cocina. Él es de Fuerteventura, y aunque iba para patrón de barcos, un verano ayudando a su tía en la cocina de su restaurante la cambió la vida. “La cocina es mi pasión, y me lo ha dado todo”, confiesa. “Fue todo un cúmulo de cosas que me hicieron saber desde el primer momento que me metí en una cocina, que ese era mi sitio”.

Es de naturaleza inquieta, y así mismo se define, y esa curiosidad le ha llevado a crecer, a reinventarse, y a un oficio “del que me siento muy orgulloso”.

 
 

 
 

Hoy dirige un equipo de ocho personas que macera los sabores del Agáldar, que huele a norte, y que tiene en la tierra y el mar su gran secreto. “El kilómetro cero, el producto de aquí, ese es el único truco”, asegura José Gabriel, defensor de lo que Gran Canaria ofrece y de sus protagonistas, los agricultores, ganaderos y marineros, que protagonizan el 90% de la carta de este restaurante.

El producto de aquí, ese es el único truco

El chef ejecutivo del restaurante Agáldar se lanzó a esta nueva aventura hace apenas unos meses, y con este negocio salda esa espinita que tenía con Gran Canaria, una isla con la que siempre ha tenido un fuerte vínculo. “Nos hemos llevado una grata sorpresa, cuando cogimos las riendas de este negocio no pensamos que tendríamos tanta aceptación tan rápido”.

Él y su equipo han abierto el abanico de posibilidades para crear una carta en la que mandan “innovaciones nuevas, pero mirando a la gente de cerca” porque “hay buen producto, hay que buscarlo en las personas adecuadas y trabajarlo con cariño”.

Tras los fogones del restaurante su aventura comienza con el reto de “la cocina tradicional moderna” una fórmula léxica que casi parece contradictoria hasta que José Gabriel la convierte en el plato. Un buen pescado puede vestirse de ceviche o de tartar, dándole “ese toque asiático pero que respete la cocina de siempre”. El ingenio y la versatilidad del producto y la experiencia le ha permitido “abrir” el menú para ofrecer “recetas tradicionales modernizadas” que mezclan lo mejor de los dos mundos y que enamora al comensal tradicional y al moderno a partes iguales.

 
 

 

 

 
 

“Tenemos cocina moderna pero con el sabor de antes” en un juego de “darle la vuelta a lo tradicional” que es casi la vida misma, asegura, “yo aprendí de la cocina de antes, los fondos básicos, y he ido trabajando en un mundo donde la cocina cambia cada día”. Ese ayer y hoy que se revuelve en él se traslada a sus platos, para crear una carta que combina buenas carnes, buenos pescados, ensaladas y sobre todo “platos alegres, divertidos y buenos”.

La combinación de estas tres palabras resumen el “toque diferente” del restaurante Agáldar, que llena sus mesas cada día con “una cocina elaborada, divertida, novedosa, fresca y diversa” que no tiene miedo a nada y que ha sido pensada con amor “para sorprender”, como destaca José Gabriel.

Detrás del jefe de cocina del Agáldar, hay un majorero “muy clásico”, que aunque es capaz de hacer malabares con el gran producto local se define como sencillo y enamorado de “unos huevos rotos con un buen jamón”, aunque confiesa entre bromas que le cuesta resistirse a una de las estrellas de la carta, el atún macerado con mango y aguacate.

 
 

 
 

*‘Hotel Emblemático Agáldar’ en Plaza de Santiago, 14. 35460 Gáldar, Gran Canaria.
**Más información en su sitio web.

—-
 
*Texto: Laura Bautista
**Fotografía: Arcadio Suárez
 
 
*Conozca la web de Visit Gáldar